La Música que Suena al Encontrarte
Cada una de tus relaciones es la confirmación de que el ser humano es capaz de tropezar varias veces con las misma piedra.
Ahora ha sido
con Virginia, igual que antes te pasó con Merce, Tania o con Carol. Tu vida
sentimental es como un déjà vu que revivo con cada gin tonic que compartimos para digerir tu última ruptura. Una copa
con la que poner punto y aparte, a aquellas otras que acompañaron los avisos de
bombardeo que sonaban por los altavoces del garito con el November Rain de los Guns and Roses, donde conociste a cada una
de ellas, indicando la necesidad de salir huyendo a refugiarse y que tú, sin
embargo, siempre interpretas como una invitación para el próximo baile.
Tus relaciones se rompen en el momento en el que te hacen
una pregunta “¿Por qué estás conmigo?”.
Una pregunta capaz de atravesarte dejando en tu boca el sabor frío del acero.
Una duda que jamás expresarías en voz alta y que provoca en tu interior una
detonación que, de inmediato, te aleja a miles de kilómetros de distancia de
quien tienes delante. Una pregunta que te obliga a quedarte anclado en el lugar
en el que te encuentras hasta que seas capaz de encontrar una respuesta que,
sea la que sea, sabes que no merecerá la pena. Un enigma sin respuesta enfrentándote ante tú único miedo: el futuro, a ti que no temes nada del presente.
Ya sabes perfectamente cuáles son los síntomas que preceden
a tu Hiroshima emocional. Silencios abruptos mientras esperáis la cena en el
último restaurante de moda de la ciudad. Miradas cargadas con la pólvora de los
reproches. Cubiertos desenvainados que suenan como sables. Una discusión por el
motivo más intrascendente que pueda afectaros: el taller dónde llevar el coche
antes de la próxima ITV, la duda acerca de qué menú preparar para mañana… Ante
todos, hay una señal que te indica que ya no hay marcha atrás: su barbilla
temblorosa. Una barbilla que escupe, como una
AK-47, una ráfaga cada una de las sílabas que van a provocar un
derramamiento de sangre “¿Por qué estás
conmigo?”.
Allí estás tú, expuesto, sin encontrar trinchera en la que
protegerte. Ignorando cuál puede ser el camino de huida mientras sientes como
una infinidad de balas silban rozándote los oídos. Encoges los hombres y tratas
de buscar a tu alrededor la llegada de refuerzos que nunca están cuando se les
necesita. En ese momento, te resignas y convences de que ya no puedes avanzar
porque, antes o después, toparás con una mina que te hará pedazos. Aturdido,
confuso y desorientado, dejas caer los hombros, la miras y asumes que ya no
merece la pena seguir luchando pero que, hasta ese momento, era tu deber
entregarlo todo por lo que creías que era tuyo.
Cuando estás de vuelta en el hospital de campaña que es la
casa de tus padres, recuperándote de tus últimas heridas, sabemos que no
tardarás en volver a una nueva guerra. Te levantarás de la cama arrastrando los
pies, ataviado de tu ridículo pijama de Batman, con numerosas heridas abiertas pendientes
aún de cicatrizar para, con voz cansada y ojos ardientes, anunciarnos que
regresas al campo de batalla. Convencido de que no puedes perder el tiempo con
el pasado, vaticinarás que, esta vez, de una vez, como haces cada septiembre,
por fin, al igual que decía Manolo Tena tu predicción se cumplirá “Tengo la certeza de que, ahora, todo será diferente”.
Te veré marchar, de nuevo, y mientras te alejas cargado con
tu petate envidiaré tu capacidad para defender a muerte todo en lo que crees:
tus ideas, tus proyectos, tu trabajo y, sobre todo, tu vida. Tu capacidad para hacer
caso omiso a todas las señales y gritos de alerta de quienes te rodean porque
sabes que la mayoría de los problemas que te plantean no existen. El arrojo con
el que afrontas cada peligro aunque sepas que vas a salir herido. Te admiro
porque nunca aciertas o, mejor dicho, aciertas bastante poco, pero aún así no
dejas de insistir y de convercerme, a mí y a todos, de que esta vez sí vas a conseguirlo.
Todos deberíamos hacer como tú haces e intentarlo, al menos una vez, otra vez,
aunque nos cueste dejarnos los dientes.
Todos deberíamos probar, una vez, el sabor de la lluvia de Noviembre al amanecer.
La Música que Suena al Encontrarte
Reviewed by Ignacio Bellido
on
17:13
Rating:

No hay comentarios:
Tu opinión es importante