Nacemos y Morimos Buscando Amor
Nos pensamos indestructibles. Creemos que la carcasa que nos
protege es irreductible. Sin embargo, se trata de una máquina que se desajusta
y pierde su fiabilidad. En cualquier momento, sin previo aviso. Nos convertimos,
de repente, en el animal más frágil. La cercanía a experiencias dolorosas, la
vivencia de la tristeza, la presencia de las lágrimas, la existencia de la
muerte y de la frustración son necesarias para poder encarar las situaciones de
la vida. Este descubrimiento no se lo hacemos posible a nuestros hijos.
Construimos para ellos infancias muy felices que pueden desencadenar madureces
muy duras al haberle privado del manejo del enfrentamiento a situaciones de
dificultad.
Para ejemplificar este legado que estamos construyendo a
nuestros hijos me valgo de la siguiente historia que escuché de los labios de
Jorge Bucay.
"Un día, encaramado en la copa de un árbol descubrí entre las ramas un capullo que albergaba en su interior una mariposa.
Opté por llevarlo a su casa. Allí lo puse bajo una fuente de calor para
cuidarlo hasta acercarse la hora de nacer. En ese momento, para evitar
el sufrimiento a mi amada mariposa decidí hacer uso de un bisturí para que mi mariposa no tuviera que esforzarse, evitándole el sufrimiento y el esfuerzo de
romper la crisálida. Al instante descubrí a un duro azote de realidad que toda esta protección, cuidado y negación de una parte del
ser mariposa lograba que me ardiesen las entrañas. Mi mariposa era incapaz de volar. Los minutos pasaban y cada vez era más consciente de que irremediablemente la mariposa moriría víctima de su incapacidad para volar pues no podría procurarse el alimento
necesario para su supervivencia. ¿Por qué mi mariposa era incapaz de volar?
Porque al querer evitarle el sufrimiento, por querer ahorrarle un esfuerzo, impedí que generara la fuerza para poder romper la crisálida, le negué la experiencia necesaria para obtener la energía y la
fortaleza de los latidos de su corazón, el rápido fluir de su sangre, con los que hacer posible que sus alas se expandiesen".
Vivir dificultades nos conecta a la vida.
Para poder dotar de sentido a la vida, sí, aunque parezca ñoño, un cliché, un lugar común, necesitamos amor. Nacemos y morimos buscando amor. El amor le da sentido a la vida. El amor de pareja, el amor paternal, el amor de hijos, el amor de amigos… hace posible que vivamos momentos difíciles como la desaparición de un ser querido, la separación de tu pareja, la enfermedad de un hijo pero, al mismo tiempo, nos ayuda a superarlos.El amor es una aventura, no es algo estático.
Requiere que lo cultivemos, esforzarnos por abonarlo de manera que pueda crecer y ver qué va sucediendo con él. Es un intercambio amoroso con el otro que nos provee mutuamente de la fuerza necesaria para poder enfrentarnos a lo que esté por venir. Es el músculo que más debemos vigilar porque, como dicen los médicos, el músculo que no se trabaja se atrofia. Como dice Mario Benedetti “Si el corazón se olvida de querer ¿para qué sirve?”. Mejor ejemplo que La Mecánica del Corazón de Mathias Malzieu y su libro hecho película no se me ocurre como mejor respuesta Benedetti.
Si llevamos la atención a la lucha por el progreso, la
búsqueda de lo que deseamos, las vacaciones que queremos, el auto que ansiamos
conducir, el aspecto que anhelamos lucir… perdiendo de vista otros aspectos muy
importantes. Puede que hayamos conseguido todo o gran parte de la lista de
estos propósitos pero, irremediablemente, uno termina por descubrir que la vida
no se llena con las cosas de afuera. Tardamos mucho tiempo en darnos cuenta que
lo que nos permite trascender los límites e ir más
allá está en las cosas invisibles que hacen de la vida un lugar mejor. Como, por
ejemplo, el amor.
Nacemos y Morimos Buscando Amor
Reviewed by Ignacio Bellido
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10:43
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