En la Distancia Te Puedo Ver
Los móviles y las redes sociales forman parte de nuestro día
a día de una manera insospechada si nos remontamos una década atrás. Es tal el
poder de ambos elementos, más aún cuando aparecen combinados, que únicamente
tenemos que prestar atención al fenómeno de moda: el selfie. Esos autorretratos
que inundan las redes sociales y las calles, por donde, a cada momento, podemos
descubrir a individuos y grupos de personas inmortalizando un sin número de
acontecimientos banales, trascendentales, únicos o meramente repetitivos
dependiendo de si uno forma parte del retrato o si por el contrario es mero
espectador.
Cualquier situación, lugar y momento parece ser un momento
propicio para realizarse una foto que posteriormente compartiremos con nuestra
audiencia en internet. Los motivos que nos llevan a fotografiarnos a nosotros mismos y a compartirlo con los demás son muy variados. Uno es que a través de la
tecnología hemos encontrado un recurso mediante el que mostrarnos públicamente
a los demás. Este comportamiento implica un cierto nivel de exhibicionismo. Podemos
comprobarlo de manera notoria entre adolescentes y entre esos adultos que
necesitan continuamente el reconocimeinto de los demás, es decir, aquellos a
quienes les gusta gustar. A estos sujetos a quienes les gusta sentir la
admiración de los demás buscan, mediante estas fotos que inundan las pantallas,
los aplausos de su audiencia a través de los me gusta en Facebook, los corazones
en Instagram o los favoritos en Twitter para medir su grado de popularidad y
así poder saciar sus ansias de afecto.
El selfie también es una respuesta a algo que el ser humano
lleva haciendo durante toda su historia: explicar su propia existencia. Los
autorretratos son un nuevo medio con el que llenar las hojas de nuestros
diarios de vida, son una forma de escribir nuestra autobiografía. A diferencia de
lo que ocurría en el pasado, en los que estos episodios o recuerdos de instantes
apenas trascendían del ámbito individual o de una escala familiar o social muy
reducida, ahora, con la proliferación de las redes sociales y los avances
tecnológicos, nos hemos aventurado a ser los narradores de nuestro cotidiano. Lo
que deseamos es demostrarnos, no como meros espectadores pasivos de aquello que
retratamos, sino como los protagonistas de aquello que mostramos en la
fotografía.
En el selfie el actor y el espectador son la misma persona.
Desempeñan el mismo rol. Se muestran como espectadores de aquello que reflejan
pero, al mismo tiempo, son protagonistas directos de aquello que revelan a los
demás. La posibilidad de representar y retratar lo que sucede y compartirlo con
los demás a través de la cámara que todos portamos en nuestros bolsillos con
nuestros teléfonos inteligentes y sus conexión a internet ayuda a que la
sociedad civil perciba el empoderamiento y que haga uso de él.
Surge un dilema en torno al uso del selfie: saber si la sociedad
civil está realmente capacitada para su uso. Es difícil establecer un límite
entre vida privada y pública, así como saber las consecuencias de compartir
imágenes e informaciones personales en la red es uno de los retos que debemos
aprender a manejar y gestionar. Debemos ser capaces de construir nuestra propia marca personal que una parte más de cada uno de nosotros: nuestra identidad
digital.
En la Distancia Te Puedo Ver
Reviewed by Ignacio Bellido
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