Criticar Una Exposición Pública de las Diferencias
Estamos expuestos a recibir y lanzar críticas. Hay
escenarios, situaciones y entornos en los que es habitual su presencia. Sólo
basta con prestar atención y tener un oído fino para descubrir cuán rápido
aparece la crítica en cualquier corrillo hacia los ausentes. Hay entornos
personales, sociales y, especialmente, laborales en los que la presencia de
esta práctica de criticar es tan alta que el ambiente puede llegar a contaminarse
por su sola presencia. Se crea una atmósfera tan tóxica, tan sumamente nociva
que podemos llegar a pensar que vivimos en una situación tan catastrófica de la
que seremos incapaces de huir. Veamos qué podemos hacer ante entornos tan enrarecidos.
Aceptar las críticas es necesario. No saber aceptarlas o
verlas continuamente como un problema suele ser propio de personas que
necesitan, continuamente, la aprobación de los demás para sentirse seguras. Esta necesidad provoca la construcción de
máscaras de hipocresía. La falta del atrevimiento y el valor suficiente para
expresarse como uno realmente es, decir
a todo que sí para no ganarnos la enemistad de nadie puede derivar en una
timidez exagerada. Se termina por ocultar la propia identidad y se comienza a
vivir en la representación de una identidad fingida, impostada como podemos ver en los medios de comunicación que fomentan la construcción de estas identidades dando lugar a numerosos muñecos rotos.
Hemos de aprender a vivir sin estar continuamente pendientes
de recibir la aprobación de los demás. Para ello, un primer paso es aprender a encajar
las críticas. Es importante saber recibir una crítica porque todos somos
criticados. Lo sabremos o no, pero en alguno de los numerosos mentideros de los
que formamos parte, las críticas hacia nuestra persona están presentes. Las
críticas siempre van a existir, existen y han existido. Unas veces nos condenarán
por ser perverso, otras por pecar de santos, en alguna que otra ocasión por
decir que no, otras veces sólo por decir que sí. Sea por una cosa u otra, por
decir o por callar, por acción u omisión, siempre nos van a criticar. Sabiendo
esto, vamos a expresar nuestras opiniones, pensamientos o sentimientos porque
es algo de lo que no vamos a poder escapar.
Para ser conscientes de que las críticas siempre van a estar
allí hemos de aprender a ser conscientes de un hecho. Por cada tres personas
que conocemos una nos va a criticar abiertamente, otra estará encantada de
habernos conocido y para la tercera no seremos más que un adorno, alguien ante
el que pasaremos sin pena ni gloria. Tomar conciencia de que estas opiniones
tan diversas hacia nuestra persona forman parte del universo social,
independientemente de su tamaño, en el que nos desenvolvemos dependerá,
básicamente, del grado de exposición pública al que nos veamos sometidos. Así,
si nuestra red de relaciones es muy reducida quizá no seamos conscientes de que
nos critican. Si por el contrario el tamaño de mi red social es muy amplio el
eco de las críticas aumentará, pero también hemos de tener presentes que lo
mismo sucederá con los halagos.
Las críticas van en una doble dirección, no seamos hipócritas.
De la misma manera que nos critican criticamos. Hay episodios en los que somos
excesivamente críticos con los demás. Si este exceso de vehemencia en nuestras
valoraciones se prolonga en el tiempo descubriremos lo perjudicial, dañino e insano
que resulta. No porque deteriore nuestras relaciones con los demás, que
también, sino sobre todo porque está hablando del modo en que nos tratamos a
nosotros mismos. Si soy condescendiente y tolerante conmigo mismo, con mis
defectos, errores y virtudes también lo seré con los demás. Al contrario, si
soy excesivamente crítico con los demás sometiéndoles a juicios severos, lo que
estoy haciendo es proyectar en ellos la misma legislación que empleo para
valorarme a mí mismo.
Criticar forma parte de nuestra conducta social habitual y es
una práctica normalizada. Como tal debemos aceptarlas y entenderlas. Cada uno de nosotros criticamos a nuestros
amigos y somos criticados por ellos. Esto
no quiere decir que no los queramos ni que seamos rechazados por ellos. ¿Quién
no ha criticado en algún momento a un amigo? La crítica le da chispa a la vida,
nos ayuda a combatir el tedio y es un buen antídoto para combatir la soberbia.
En su justa medida nos ayudará a poner los pies en la tierra y a convertirse en
un estímulo para la mejora. No hay nada como dice Fangoria en Criticar por Criticar que malgastar el talento criticando a los demás.
Criticar Una Exposición Pública de las Diferencias
Reviewed by Ignacio Bellido
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