Políticos sin Inteligencia pero con Cerebro
Los cerebros de los políticos no suelen destacar por su
capacidad de razonamiento. Este hecho no debería sorprendernos si nos atenemos
a las decisiones que adoptan, declaraciones públicas salidas de tono y
conductas del todo inadecuadas para un cargo público. Los políticos suelen darla sensación de que son incapaces de razonar y pensar cuando hablamos de tomar
decisiones que nos afectan a todos.
El funcionamiento del cerebro de un político no es diferente
del de cualquier otro individuo. Se han realizado diversos estudios que han
pretendido conocer los resortes de actividad cerebral de nuestros
representantes. Se han analizado sus circuitos neuronales, las diferencias de actividad
cerebral ante la resolución conflictos entre una persona de izquierdas o de
derechas. Pese a todos estos esfuerzos investigadores hemos de tener presentes
una máxima: no es necesario ser inteligente para ser político.
Elegimos a nuestros representantes no por su inteligencia sino por su personalidad. Es su actitud y resolución ante lo cotidiano, una
alta seguridad en sí mismo, optimismo, apertura y una capacidad de resistencia
ante las circunstancias cambiantes lo que acaba decantando el voto por uno u
otro candidato. Uno de las exigencias personales que los votantes aprecian es
que los candidatos a cargos electos sean personas capaces de vivir en un
escenario hostil y de conflicto y saber gestionar el rechazo de amplios
sectores de la sociedad.
Ya Aristóteles aseguraba que aquel orador con capacidad para
conectar mediante la emoción con su auditorio es capaz de ganar su aprobación y
beneplácito, aún sin haber empleado un solo argumento sólido durante su
exposición. Saber comunicar y persuadir es necesario para alcanzar un puesto
destacado en la política. La clase política que tenemos no es más que un
reflejo de la sociedad que representa. Si los asientos de los diputados están
ocupados por personas con escasa capacidad intelectual, lo que se produce es
una imagen proyectada del espejo de una sociedad en la que la inteligencia no
es esencial para el triunfo.
La inteligencia no es requisito sine qua non para ser
político. Eso sí, es necesario el manejo eficiente de algunas de las
inteligencias múltiples de las que habla Howard Gardner. La primera, como ya
decíamos, es la inteligencia verbal: la capacidad para expresarse y comprender
mediante el lenguaje o la escritura. La inteligencia interpersonal también es
muy necesaria, esta inteligencia nos ayuda a entender a los demás y ganarnos su
confianza. Por último, si lo que se desea es establecer conexiones emocionales
con los ciudadanos la inteligencia emocional resultará muy útil. Se trata de la
habilidad para reconocer, entender y gestionar las emociones. El manejo y el
uso de estas inteligencias es mucho más importante para tener una carrera
política que un alto cociente intelectual.
Puede que a los políticos el cerebro les funcione de manera
diferente al resto de la población, no porque sean un reducto de los menos
aptos de cada sociedad. Sí son los más capaces de saber sobrevivir y
enfrentarse a presiones sociales cambiantes. El político debe ser un maestro en
el arte del manejo y la gestión de la ambivalencia y la ambigüedad. Los
políticos son una subespecie de nuestra especie cuya característica debe ser la
previsibilidad y saber asumir a la perfección el rol del chivo expiatorio sobre
el que descargar gran parte de nuestras frustraciones.
Políticos sin Inteligencia pero con Cerebro
Reviewed by Ignacio Bellido
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