El mejor regalo de cumpleaños
Ayer cumplió 40 años. El mejor regalo que recibió fueron unas palabras que llevaba toda la vida esperando oír de su boca.
Ayer fue el día de su 40 cumpleaños. El primer regalo lo recibió sin
haberse levantado de la cama. En la mesilla le aguardaba una bandeja con el
desayuno listo, una rosa y una nota manucrista: “Amor, cuántos caminos hasta llegar a un beso, ¡qué soledad errante
hasta tu compañía!”. Un suspiro salió de su pecho en el que sus manos se
aferraron a las palabras de Neruda, del que adoraba cada uno de sus versos. Con
semejante despertar, ¡qué importa el café destemplado y las tostadas frías!
Es la primera vez que lo inesperado le trae alegría. Siempre
que algo que no estuviese previsto aparece trae consigo malas noticias: la
enfermedad de su madre, la llamada de la guardia civil notificando la muerte de
su hermano en un accidente de tráfico, el despido de su padre… No siempre noticias
trágicas, sino apariciones recónditas que se instalan en lo cotidiano, sin
aviso: un lunar en el pecho que antes no estaba, un profundo surco marcando territorio en su piel tersa, o un bulto para el que no había golpe ni accidente
que lo explicara.
En la ducha ha hecho su repaso diario de la geografía de su
cuerpo en busca de nuevos invasores, ninguna declaración de guerra. Territorio
despejado. Al salir de la ducha, envuelta en una nube de vapor busca su
reflejo. En el espejo empañado un mensaje, una revelación inesperada: “¡Te
quiero multiplicado por 40!” Su cara
muestra una nueva sonrisa, sus hombros desnudos han perdido altura y ha sentido
un millar de caricias a través de la toalla.
Elena se ha vestido con
rapidez, ha salido presurosa de casa con intención de burlar el atasco
de cada día. Ha arrancado el coche quince minutos antes de lo que habitualmente lo hace
para tener tiempo suficiente, antes de llegar al trabajo, y pasar por la
pastelería a comprar unos dulces para compartir con sus compañeros de oficina.
Lo que no esperaba era la tímida lluvia que la ha asaltado al salir del garaje, su aparición la instala en la certeza de
que la retención es inevitable. Sólo cabe resignarse y confiar en que la
emisora de radio que tiene sintonizada le haga el trayecto más llevadero.
A la tercera vuelta sigue sin encontrar aparcamiento. El
cabreo y la desesperación in crescendo, hasta el punto de estar a punto de
estrellarse con el camión de la basura. Motivo: una voz conocida que habla por
los altavoces de su auto. Una voz que ha parado el tiempo para dedicarle su
canción. Las notas que, al oírlas, se eleva del suelo y su cabeza vuela lejos,
muy lejos. Ha parado el coche en doble fila, la lluvia y las lágrimas, que se
han apoderado de sus ojos, no le permiten ver. Cierra los ojos, susurra para sí
cada una de las estrofas mientras permanece aferrada al volante, por los
altavoces se escucha “You were always on
my mind…”.
A media mañana, mientras compartía café y pasteles, un
mensajero ha aparecido en la oficina preguntando por ella. Cargaba consigo un
ramo de rosas blancas inmenso. Entre las flores un mensaje, más Neruda, “De nadie seré, sólo de ti”. Sonrisas de
afecto de sus compañeros y comentarios “¡Qué
envidia!”, “¡Qué suerte!” o “¡Qué callado te lo tenías!” han terminado por
edulcorar, más aún, tan empalagosa escena.
Elena ha regresado a casa agotada. Un día largo con muchas
llamadas telefónicas que atender, muchas preguntas, mismas respuestas. La casa,
vacía, nadie con quien compartir su intimidad desde que vino a Madrid años
atrás a hacer carrera. Antes de acostarse recoge los restos de la bandeja de
desayuno, limpia el espejo de baño, chequea por última vez el correo
electrónico donde comprueba la factura de la floristería.
Elena, ya en pijama, se desploma sobre la cama. Se arropa
esperando ser vencida por un sueño que le arrastre consigo. Una última frase se
instala en su cabeza antes de quedar dormida “Es tan corto el amor y tan largo el olvido”. Susurra para sí: me
quiero.
El mejor regalo de cumpleaños
Reviewed by Ignacio Bellido
on
15:02
Rating:
Precioso...
ResponderEliminarBuen final.
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