El Pequeño Nicolás que llevas dentro
Deseamos que nuestros equipos ganen para demostrar nuestra
propia superioridad. Pero ¿ a quién? A nosotros mismos y a los demás. La razón,
creemos que con ello aumentará nuestro prestigio. Si nos rodeamos de éxito
pensamos, la consideración y valoración pública de nuestras aptitudes será más
positiva.
Este es el motivo por el que, en España, la mayoría de
aficionados al fútbol son seguidores o bien del Real Madrid o del Barcelona. En
provincias no hay equipos que alcancen el éxito de manera frecuente, por eso se
es del equipo local y de uno de los dos equipos más importantes. Queremos estar cerca del éxito y exhibirlo públicamente luciendo la camiseta del equipo de
turno, colgando banderines en el retrovisor o grabando en la piel la fidelidad
a un escudo. Todo un negocio éste del deseo de éxito para los clubes de fútbol.
El ámbito deportivo no es el único espacio donde este hecho
sucede. Lo hemos visto recientemente con el caso del Pequeño Nicolás y cómo situándose próximo a personas con gran proyección pública quienes allí le
contemplaban proyectaban en él un conjunto de cualidades positivas. No se trata
de un fenómeno nuevo y menos en España. Al lado de alguien que triunfa o
alcanza visibilidad pública aparece siempre una cohorte de sujetos que le
acompañan. Los programas del corazón lo saben bien y con ello logran llenar
horas y horas de televisión y miles de páginas de revistas.
Jugamos con la visibilidad nuestras relaciones de manera
intencionada. Hay ocasiones en las que las escondemos. Otras veces alardeamos y
exhibimos públicamente con todo los
altavoces que tenemos a nuestro alcance que conocemos a alguien. El motivo
causar la impresión adecuada en las personas que descubren o ven esas
conexiones. Exhibiendo las relaciones que hablan bien de nosotros y ocultando
las negativas. El fin es siempre el mismo: gustar, y es que no podemos obviar
que a todos nos gusta gustar.
Nos gusta gustar y para eso pretendemos que nos asocien con cosas positivas. Buscamos vivir en las mejores zonas de la ciudad, acudir a restaurantes
de gran reputación, llevar a los hijos a los mejores colegios y que estudien en
las más afamadas universidades. Es por eso que nos gustan tanto los rankings,
nos ayudan a saber qué posición ocupamos en la escala social, si estamos
haciendo las cosas mal o bien para despertar la admiración de los demás. Las
redes sociales con la cuantificación del número de seguidores ha facilitado el
que sus usuarios puedan ubicarse y saber cuánto puede llegar a gustar, alivia
conciencias, aumenta la competitividad, el exhibicionismo y, también, puede
llegar a generar frustración e impotencia.
La mejor manera de saber cómo cada uno de nosotros busca
asociarse con una persona, grupo, colectivo de la tipología que sea es más
fácil de lo que pensamos. Simplemente, en las próximas conversaciones que
mantengas analiza bien los pronombres que se utilizan: cuándo aparece el pronombre nosotros
y cuándo el pronombre ellos. Con esa simple distinción estaremos descubriendo las cualidades
que ésa persona cree tener y desea que quien le escuche proyecte en ella.
El Pequeño Nicolás que llevas dentro
Reviewed by Ignacio Bellido
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