Hoy Sabrás Por Qué Pasó lo de Ayer
Creemos tener capacidad para predecir el futuro. Vivimos con
la falsa creencia de saber cómo nos sentiremos en el futuro. La prueba de que
estamos equivocados la encontramos si echamos la vista atrás y analizamos lo
que nos ha sucedido en los últimos doce meses. Analizando lo acontecido
inevitablemente caeremos en el llamado determinismo gradual: aquello que
finalmente ha sucedido ha ocurrido porque era inevitable, aún cuando un año
atrás considerásemos que era imposible que sucediese. La facilidad cognitiva
con la que las imágenes de los sucesos que han sucedido invaden nuestra mente
provoca, irremediablemente, que nos parezcan algo mucho más habitual y frecuente
de lo que en realidad es.
La crisis financiera de los últimos años, los atentados del
11M o del 11S, la separación de nuestra pareja, la pérdida de nuestro puesto de
trabajo… son ejemplos de este determinismo gradual. Antes de que cualquiera de
estos hechos ocurriese las probabilidades atribuidas a la posibilidad de que
sucediesen podrían ser mínimas. Sin embargo, al realizar una reconstrucción de
ese pasado rápidamente encontraremos síntomas, indicios, pistas que, de
haberlas tenido en cuenta, nos habrían preparado para lo que estaba por
suceder.
En la película “500 días juntos” (500 days of Summer) cuya
banda sonora 500 días juntos es de lo mejor de la película, Tom se enamora de Summer con quien
comparte numerosas cosas en común: gustos musicales, ocio… Poco a poco van
entablando una relación amorosa pero, llegado un punto, Summer decide poner fin
a la misma. Tom, en un primer momento se deja llevar por el abatimiento y no
encuentra motivos ni razones para su abandono. Con el tiempo, mirando de nuevo
en retrospectiva, encontrará las señales que le estaban avisando de que el
final de la relación era de todo menos impredecible.
Vivimos con ansiedad
esta clase de episodios vitales, creemos que hemos de haber sufrido algún
déficit en nuestro desarrollo que nos impide detectar estas señales cuando
aparecen o que, simplemente, nos dejamos llevar. El problema es más sencillo de
plantear de lo que creemos, su resolución sigue siendo compleja. El problema
está en que recibimos tal cantidad de información que, finalmente, nos resulta muy
complicado quedarnos únicamente con la información útil y relevante. Es tal el
volumen de información que tenemos que manejar a cada momento que, casi nunca,
somos capaces de dotar de significado relevante a un estímulo que se nos
presenta. En retrospectiva, muchos de esos estímulos que hemos percibido se
volverán relevantes y cargados de significado, serán interpretados como
causales del algo que aconteció después pero que fuimos incapaces, en su
momento de prever: un beso rechazado, una caricia olvidada, unas palabras
incomprendidas, un retraso injustificado…
Este error de estimar, como mayores, las probabilidades de que
un suceso ocurra una vez que ha sucedido, víctimas del
determinismo gradual no es el más grave. El mayor error al que puede
conducirnos aparece al intentar corregir los fallos a los que su acción nos
abocó en el pasado derive en la creación de problemas nuevos en el futuro. Para
entenderlo, recurramos a lo sucedido en el experimento llevado a cabo por David R. Rosenhan en la Universidad de Standford a comienzos de la década de los
setenta del siglo pasado titulado "On being sane in insane places".
Rosenhan pidió a los participantes en el experimento que,
bajo un nombre ficticio, ingresaran en un hospital psiquiátrico bajo el
argumento de que oían voces, no sabiendo decir de quién, que les decían
palabras como vacío, hueco o golpe. Una vez ingresados, los participantes
debían ser totalmente sinceros y comportarse con normalidad, tal y como hacían
en su día a día, informando en las sucesivas entrevistas o encuentros con el
personal sanitario de que las voces habían desaparecido. Los participantes
permanecieron ingresados, como media, diecinueve días y recibieron, cada día,
una media de diez pastillas para tratar su supuesta patología.
Este experimento muestra cómo somos incapaces de detectar o
dar el valor que tienen a informaciones valiosas. En un contexto como un
hospital psiquiátrico en el que el volumen de información que se genera a
diario es muy alto, resulta complicado para las personas encargadas de
procesarla: médicos y personal sanitario, advertir las señales relevantes que
pueden tener ante sus ojos. Este experimento nos sitúa en una tesitura en la
que quizá podríamos considerar que quizá en los psiquiátricos hay gente totalmente
cuerda ingresada.
David R. Rosenhan, quien también llegó a la misma
conclusión, realizó una segunda parte de este experimento. Informó a un hospital
psiquiátrico que, en los tres meses siguientes, enviaría a uno o más pacientes
cuerdos. En esos tres meses, 190 personas fueron ingresadas en el hospital, de
ellos 41 (más del 20%) fueron considerados por el personal sanitario como
totalmente cuerdos con absoluta certeza. Sin embargo se equivocaron, Rosenhan
no había enviado a ningún “pseudopaciente”. Un problema seguía existiendo en
los hospitales psiquiátricos, pasando de un exceso de diagnóstico de personas
enfermas, como ocurría en la primera parte del experimento, a una segunda en la
que el error ya no era el exceso sino los errores en el diagnóstico mismo.
Cuando algo poco habitual sucede, como puede ser una rara enfermedad,
una separación, un divorcio, un accidente, un problema administrativo…
inmediatamente después le damos mayor probabilidad de que sucedan, simplemente
porque tenemos a nuestro alrededor mayores cantidades de información
relacionada. Nuestra atención se dirige hacia informaciones que antes pasábamos
por alto. Prueba de ello está en que cuando nos compramos un coche, de repente
y de manera sorprendente, comenzaremos a ver las carreteras y las calles de
nuestras ciudades invadidas del mismo modelo de vehículo que nos hemos
comprado.
Para terminar, un trocito de la película 500 días juntos que incluye el tema "You Make my Dreams" de Hall & Oates.
Hoy Sabrás Por Qué Pasó lo de Ayer
Reviewed by Ignacio Bellido
on
16:04
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