Llorar para Empezar de Nuevo
Empleamos la autoexigencia para evaluarnos en función de la
cantidad de errores que cometemos. Uno de los mayores riesgos a los que nos
enfrentamos y que pone en riesgo nuestro
equilibrio emocional está en no saber perdonarnos nuestros propios errores.
Podemos llegar a ser nuestros propios torturadores imponiéndonos la
insostenible autoexigencia de no cometer ningún error.
Este fin de semana, las lágrimas del jugador del Rayo
Vallecano Anaitz Arbilla, tras ser sustituido cuando su equipo acaba de encajar
el 0-3 ante el Real Madrid, son un reflejo de cómo la autoexigencia tiene un
coste capaz de quebrantar el equilibrio
emocional de un individuo. Podríamos afirmar que en estos momentos nos autodestruimos,
nos vencemos a nosotros mismos. Las lágrimas de Arbilla, mientras buscaba
consuelo debajo de su abrigo, son reflejo de la impotencia del héroe moderno al
saber que una mala decisión le ha llevado a perder la guerra y fallar a los
suyos.
Los deportistas profesionales, al igual que cualquier otro
trabajador, estudiante o sujeto, llevan a cabo, cada día, lo que se conoce como
práctica deliberada. La práctica deliberada es el intento consciente,
voluntario e intencionado de aumentar el nivel actual de dominio de una
habilidad o de precisión a la hora de ejecutar una tarea. No se trata de mera
repetición o de acumulación de experiencia mediante la continua repetición,
sino que se trata de una voluntad de mejora continua. Este deseo de superación
provocará que el fracaso aparezca con mucha frecuencia.
No saber lidiar con estos fracasos que, inevitablemente van
a parecer, pueden conducir a estados depresivos y a otras situaciones más
dramáticas como la de Robert Enke, quien fuera guardameta de la selección de
Alemania, del Barcelona o del Benfica, quien optó por suicidarse debido al
miedo, abatimiento y sufrimiento que le generaba el más mínimo error que podía
cometer en un partido.
La práctica deliberada exige disponer de una mentalidad
siempre insatisfecha. Una mentalidad que no acepta el presente porque considera
que es posible alcanzar un estado mejor en el futuro. Es vivir en un estado de
autocrítica y autoexigencia constante. Vivir en un estado de inquietud y
agitación permanente para lograr el objetivo de ser bueno en algo. Para
conseguirlo necesitaremos recursos, mentalidad, estrategias adecuadas y, sobre
todo, tiempo, mucho tiempo, para practicar no sólo cada día sino cada día a lo
largo de los años.
Vivir en este estado de tensión continuada que la práctica
deliberada puede provocar requiere que el fracaso y el error se entienda como
algo necesario e incluso deseado porque su vivencia puede entenderse como
necesaria. Hay que estar preparado para ello y hay quienes no lo están como era
el caso de Robert Enke.
A mi modo de ver, el fracaso y el error, debe formar parte
de la educación en una sociedad que únicamente nos presenta continuamente
modelos de éxito. Para mí, recuerdo, que
muchos de los errores cometidos durante mi época de estudiante en la educación
secundaria (repetir cuso, ser expulsado del centro) son los que desencadenaron
el deseo de seguir aprendiendo, de ver y experimentar con los propios ojos una
realidad y capacidad que, a ojos de otros, no posees, que nunca podrás
experimentar.
Hace unos días he terminado de leer el libro de Chad Harbach “El arte
de la defensa” y en él se menciona una pasaje de la vida de Ralph Waldo
Emerson, poeta y filósofo estadounidense, relacionado con su primera mujer.
Ésta murió muy joven, con apenas diecinueve años, víctima de la tuberculosis.
Meses después de su fallecimiento Emerson volvió al cementerio en el que estaba
enterrada su mujer, excavó la tumba, abrió el ataúd y miró en el interior. Allí
estaban los restos de la mujer que amaba. Una experiencia terrible pero que
Emerson necesitaba ver para intentar entender la muerte.
La práctica deliberada y la autoexigencia que de ella se
deriva nos coloca en un plano similar al del poeta norteamericano, el hacer
frente a las situaciones más adversas, más difíciles, para, a partir de ellas,
tratar de sacar un aprendizaje que nos ayude a entendernos a nosotros mismos y
conseguir lo que anhelamos: conocimiento, pasión, triunfo… cualquier meta o
sueño que tengamos por lejano e inaccesible que pueda parecernos. Todo lo que
necesitamos es esforzarnos y seguir nuestro propio ritmo.
Llorar para Empezar de Nuevo
Reviewed by Ignacio Bellido
on
11:46
Rating:
Precioso!!! :)
ResponderEliminarHay que sacar lo bueno de las cosas. Y aprender de los errores. Y es bueno autoexigirse e intentar mejorar, pero siempre, como todo, con sentido común.
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