Políticas para Ser Más Tonto que un Político
Hemos "Nacido para ser Felices" pero tenemos interiorizada la idea de que el dinero nos reporta
la felicidad. Diferentes estudios nos muestran que, alcanzados ciertos niveles
de renta, aunque los ingresos monetarios sigan aumentando los niveles de
felicidad se mantienen constantes. Una solución para que los niveles de
felicidad sigan aumentando, según propone Michael Norton en su libro “Happy
Money”, es invertir en los demás en vez de en uno mismo como ha hecho Fernando Alonso al comprar la licencia de la UCI ProTour del equipo Euskatel que estaba destinado a desaparecer. Las conductas altruistas, caracterizadas por el hecho de compartir recursos, aumentan los niveles de inteligencia del grupo que las practica y, con
ello, su desarrollo social, cultural y económico. En definitiva, los niveles de
bienestar de los ciudadanos de un país aumentarían y con ello su índice de
felicidad.
Los comportamientos altruistas benefician tanto a los demás
como a uno mismo. Esto es algo que sabemos, pero lo que desconocemos es la
repercusión que una conducta altruista tiene sobre el orden social. Un modelo
de altruismo debería representarlo la política, que no es más la actividad que trata de
organizar la convivencia promoviendo un reparto equilibrado de los recursos
públicos de cara a garantizar unos niveles mínimos de bienestar que garanticen
la supervivencia de los ciudadanos. Son muchos los estudios que nos han
mostrado que disponer de escasos recursos económicos provoca una menor
capacidad para resolver y hacer frente a los problemas del día a día. Al poseer
pocos ingresos los patrones alimenticios se ven deteriorados, el entorno social
y cultural en el que comenzamos a movernos nos ofrece cada vez soluciones más
primarias, nuestros niveles de estrés y con ello nos volvemos más infelices.
Un estudio de reciente publicación en la revista Science, "Poverty Impides Cognitive Function", llevado a cabo en poblaciones de Estados Unidos y la India, demuestra que estar
en una situación de incertidumbre económica reduce las capacidades cognitivas
del individuo. En una entrada anterior hacíamos referencia a cómo la
consecución del éxito aumenta los niveles de dopamina en nuestro cerebro lo
cual nos hace más optimistas, confiamos más en nuestras capacidades, nos
volvemos más creativos y, en consecuencia, más inteligentes. Cuando nos
encontramos en una situación de estrés, como es la ausencia de ingresos
económicos, nuestros niveles de estrés se disparan y comenzamos a segregar
cortisol que genera los efectos contrarios a los que acabamos de mencionar para
la dopamina, por lo que, nos volvemos más tontos. La pobreza arruina tanto las
esperanzas como la habilidad para alcanzar nuestros objetivos.
La pobreza, entendida como la distancia entre las
necesidades de un individuo y los recursos necesarios para satisfacerlos,
bloquea nuestras capacidades cognitivas no sólo a nivel biológico, sino que
dirige nuestros esfuerzos intelectuales en una sola dirección. Todos los
esfuerzos cognitivos e intelectuales se ven absorbidos por una constante
preocupación por la situación económica, por realizar un continuo ajuste de
cuentas que permita disponer de los recursos suficientes para hacer frente a
los compromisos económicos adquiridos, para alimentarse, para garantizarse unos
niveles mínimos de bienestar no sólo a uno mismo, sino a su familia y a su
descendencia. Esta continua preocupación provoca que nos volvamos menos hábiles
a la hora de tomar decisiones y orientarlas en una perspectiva temporal dirigida al
medio y largo plazo.
La situación económica y las decisiones políticas que hemos
vivido en España durante los últimos cinco años no sólo han hecho más pobres a
los españoles sino, además, más tontos. Seis millones de personas en una
situación de desempleo, continuos recortes y aumentos de la carga impositiva
que reducen los niveles de ingresos de muchas familias, la asunción de nuevos
gastos que hasta el momento estaban sufragados de manera pública… no sólo han
reducido los niveles de renta del ciudadano español sino que sus niveles de
felicidad se han reducido y como,
muestran los resultados del estudio, su coeficiente intelectual también lo ha
hecho.
En este contexto en el que se habla de apostar por la
generación de nuevas ideas, cuando se proclama la importancia del
emprendimiento, se habla de la necesidad de apostar por la investigación…
resulta que, las medidas gubernamentales implantadas, el resultado obtenido es
contrario al proclamado. Al margen de todo el debate de los reajustes
presupuestarios, a la baja, tanto en materia de educación como de investigación
y desarrollo no sólo podemos reprochar a los políticos que nos hagan más pobres
sino que ahora podemos argumentar con datos científicos que los respalden que
somos más idiotas gracias a ellos.
Quizá los dirigentes políticos lo hagan involuntariamente,
pues estamos acostumbrados a pensar que el dinero que disponemos es mejor
gastárselo en uno mismo y en su familia que en los demás aunque se trate de
dinero público. O quizá lo hagan de forma deliberada para que, al hacer perder
capacidad de juicio de los ciudadanos situándolos en una situación de
restricción continuada, puedan perpetuar el statu quo que les garantice una
posición en la jerarquía social que les aporte unos ingresos elevados y, con
ellos, mantener sus capacidades intelectuales a pleno rendimiento.
La clase política se ve legitimada ya que todo lo que
deciden lo hacen “pensando en los ciudadanos” que, por desgracia, vemos cada
vez más limitada nuestra capaz de pensar e idear otra alternativa que la de
velar por nosotros mismos. Mientras las políticas económicas, laborales,
institucionales, sociales... proponen un modelo económico que aumenta la
desigualdad en la que unos “listos” mantienen su posición mientras, el resto,
nos vemos abocados a una movilidad social descendente que parece no tener
fondo. Pero, ¿qué se puede esperar de un tonto?
Políticas para Ser Más Tonto que un Político
Reviewed by Ignacio Bellido
on
21:59
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Eso mismo es lo que quieren los políticos, " que seamos tontos" para manejarnos a su antojo. Como un rebaño de ovejas, el pastor es el político, el perro el policía y el pueblo las ovejas; aunque siempre habrá una oveja que se salga del rebaño.....
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