Encontré sólo lo que buscaba

Encontré lo que buscaba y no me sorprendí.
Sólo estaba allí presente lo que esperaba encontrar. Una confirmación de la expectativa. Encontré lo que buscaba, en la medida que lo deseaba y en su justa proporción.
Encontré lo que buscaba y eso me puso triste.
La búsqueda se daba por terminada y mi afán por saber quedó desvanecido. No había lugar para preguntas ni para dudas que alargaran el deseo de saber. ¿Dónde quedó lo que no conozco?
Busco cada día la existencia de la sorpresa, el poder de lo
inesperado. Vamos a los lugares de siempre, acumulamos rutinas que surten
nuestro día a día con el deseo de que, en algún momento, algo suceda y rompa
esa estructura.
Hace unos años buscaba en las noches alargadas la ocurrencia
de una aventura, poder vivir un momento insólito. Adquirí el hábito del alcohol
y el tabaco como si fueran las llaves que me conducirían a un territorio
inexplorado. Buscaba algo que no sabía dónde estaba y solo encontraba lo que
siempre estaba.
Soñamos pasiones, encuentros, vivencias, experiencias. Ya no
medimos la riqueza por el tiempo libre del que disponemos. ¿Para qué lo
queremos? ¿Para construir rutinas? Para eso no
merece la pena el tiempo.
El rico, hoy, es el que vive, quien tiene la posibilidad de
cambiar sus rutinas, quien cambia los escenarios y los decorados de su vida
(Ikea nos ayuda mucho en esta tarea a un bajo precio). Buscamos sorpresas. Ansiamos
vivir otros yo que se sucedan unos a otros y que, al menos, de vez en cuando,
sea uno mismo el que elija cuándo quiere ser otro y qué otro quiere ser.
Dice Joaquín Sabina que en la ciudad de México encontró todo
menos lo que buscaba, un canto de vida que habla del valor de explorar lo
desconocido, descubriendo lo inesperado y lo inexplicable. ¡Qué triste que
siempre seamos el mismo! No sólo triste para uno mismo sino sobre todo para
quienes nos conviven.
¡Qué sentido tiene que sólo ofrezcamos lo que esperan de
nosotros! ¡Qué seamos sólo lo que esperan los otros de nosotros como si
fuésemos meros funcionarios sentimentales! No perdamos nunca la capacidad de
sorprender y sorprendernos pues seguiremos conservando viva nuestra infancia y
el deseo de vida.
Intentemos ofrecer a los demás lo que no esperan: un beso
que no hemos dado, un gracias por favor, una petición de ayuda con una sonrisa,
una propuesta nunca hecha, un sueño nunca expresado, un secreto jamás
confesado, un reproche nunca hecho, un te quiero nunca dicho, una imagen nunca
vista, un yo escondido, un tú conmigo que aún no hemos vivido.
Encontré sólo lo que buscaba
Reviewed by Ignacio Bellido
on
20:34
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