Tiempo en Pareja una Prueba de Supervivencia al Amor
Gran parte de las reformas laborales y la reordenación de la
estructura ocupacional que intenta llevar a cabo el gobierno obvia un área
sobre el que incide de forma directa: las relaciones de pareja. Una de las
medidas que se plantea llevar a cabo imita una ya implantada en Alemania. Esta
medida plantea a las empresas de que no despidan a ninguno de sus trabajadores
a cambio de reducir sus días de trabajo. En el momento en el que el mercado se
recupere se irán recuperando también el número de jornadas laborales. Ejecutar
esta medida pone en jaque los matrimonios y las relaciones de pareja de los
implicados al aumentar el número de horas en que los cónyuges coincidirán bajo el
mismo techo. Las parejas deberán hacer frente a un aumento del número de
problemas domésticos al no existir la protección de los espacios propios que
ofrece un puesto de trabajo. Por sorpresa, el número de separaciones se
reduce bajo estas situaciones de inestabilidad laboral o de crisis económica
como la que atravesamos, lo cual, no esconde la existencia de conflictos en la
pareja. La cuestión es que ante la ausencia de oportunidades laborales se
realiza un sacrificio del deseo de independencia.
Un puesto de trabajo garantiza que muchas de las horas del
día estarán ocupadas en atender las obligaciones profesionales a lo que hay que
añadir el tiempo invertido en los desplazamientos, especialmente en las grandes
urbes. Trabajar implica la reducción del tiempo de convivencia de la pareja que
observa cómo el tiempo compartido es en su gran mayoría un tiempo de carácter
instrumental. Se comparte tiempo y espacio pero con una finalidad no de
disfrute de la pareja, sino de ejecución de tareas: atender las tareas
domésticas, cuidar a los niños o al perro, hacer la compra… Una vez atendidos
estos deberes queda para la pareja un tiempo que adquiere un valor residual y
por tanto pasivo: ver la televisión, pegar una cabezada en el sofá… Los niveles
de comunicación se reducen al mínimo y los temas de conversación sólo versan
acerca de aspectos prácticas. Si mencionamos el aspecto sexual los encuentros
pasan a ser regulados de forma administrativa en las que los momentos en los
que esta pueda aflorar quedan circunscritos a momentos breves y que han sido
planificados. La espontaneidad de la pasión de la pareja prácticamente ha
desaparecido, la ternura y los pequeños gestos de afecto se han visto apartados
y los prólogos al encuentro sexual son cada vez más breves. Las parejas en las
que ambos trabajan y cuyos períodos de descanso semanal o vacacional no coinciden
se ven abocados a este ritmo afectivo tan desesperante, vacío y decepcionante.
Esta escasez de tiempo para el encuentro mina la relación construida
de manera individualizada, cada miembro observa cómo se va resquebrajando su
proyecto de vida en común, pero como sus pautas de comunicación han quedado
limitados a solventar asuntos prácticos a vistas de los observadores externos
la pareja puede trasladar una impresión de completa normalidad. Normalidad
falseada porque el nivel afectivo de la relación está bajo mínimos y con ello
varios de los pilares sobre los que se sustenta. La pareja pervive porque sigue
tomando como razón para su continuidad el compromiso adquirido en algún momento
del pasado, aunque los otros dos pilares el deseo y la intimidad se hayan
derrumbado.
No hemos sido educados para aprender a gestionar nuestras
relaciones de pareja y no sabemos identificar muchas de las señales o los
síntomas de que ésta viéndose comprometida. Las mujeres no sabes que los
hombres sólo son locuaces durante el noviazgo para, con el tiempo, ir cayendo
poco a poco en el silencio afectivo. Los hombres no saben que las mujeres
escuchan más y mejor en esta etapa del noviazgo, con lo que van a seguir
demandando y viviendo con la expectativa de seguir recibiendo los mismos
mensajes que percibieron en las primeras citas. No hemos aprendido la
importancia de que un pareja se entregue gratificaciones mutuas y se envíe
estímulos agradables periódicamente que ayudarán a volver a situaciones de
bienestar tras períodos de conflicto. Toda persona necesita que su pareja le
ayude a lograr un estado de bienestar, a aumentar sus oportunidades de
crecimiento, a encontrar el placer, a sentirse cómodo, acogido, protegido y
reconocido. La presencia de estos estímulos hará de la pareja una unidad indestructible,
su ausencia la convertirá en una pareja precaria.
La pasión y el deseo son elementos claves par poder mantener
una relación de pareja satisfactoria, aunque puede también actuar como un
engaño, si no va acompañado de la necesidad de expresar sentimientos íntimos.
Compartir una intimidad como si ésta se tratara de una labor de gestión
empresarial terminará por derivar en una comunicación de carácter
unidireccional en el que uno y otro sólo se trasladan mensajes de las tareas y
los objetivos a conseguir. La pareja entonces se volverá algo estático y
circular en la que una y otra vez se reproducirán las mismas situaciones sin
que haya la percepción de ir avanzando. La pareja estará inmerso en una realidad
distorsionada que no debe de se contemplada como algo inevitable. Por eso, le
pongo remedio.
Tiempo en Pareja una Prueba de Supervivencia al Amor
Reviewed by Ignacio Bellido
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22:15
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Tras el verano es cuando más divorcios se producen. Al hilo de lo que comentas en tu entrada que por cierto, como siempre, muy interesante.
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