Internacionalización de Empresas y Globalización: Desarrollo y Crecimiento de la Economía en Alemania gracias al Fútbol
“El fútbol son once contra once y siempre gana Alemania”. Se
trata de una de las frases más manidas a la hora de crear crónicas futbolísticas
por periodistas y aficionados. Tras los recientes partidos de semifinal de
Champions League donde los conjuntos alemanes han barrido a los favoritos
Barcelona y Real Madrid,, son muchos los que se preguntan cuáles son motivos
que han llevado al fútbol alemán a la cumbre. La respuesta la encontramos a que
el fútbol germano, durante la última década ha vivido un proceso de
internacionalización y modernización de su modelo futbolístico. Alemania no ha
sido ajena al proceso de globalización que inunda el planeta y un ejemplo lo
muestra su liga de fútbol, la Bundesliga. Su fútbol, como su economía ha
entrado en la dinámica de la internacionalización de empresas.
Históricamente Alemania ha basado su poderío futbolístico en
una fortaleza física y mental que termina por hacer caer a sus rivales incluso
en las condiciones más adversas. Se trata de un factor muy arraigado en la
cultura germana, su resistencia, ya que no debemos olvidar que es una país que
durante el último siglo ha debido reconstruirse como potencia económica tras
salir derrotada en dos Guerras Mundiales. La fama de la rocosidad y constancia
germana que define a los alemanes en un campo de fútbol se remonta al año 1954.
En este año, Alemania se proclamó por primera vez Campeona del Mundo en Suiza tras
derrotar a Hungria (quien apenas unos meses antes la había derrotado por 8-3), el llamado equipo de oro, que por aquel
entonces contaba en sus filas con Ferenc Puskas y que era la selección de
referencia a nivel mundial y que acumulaba más de 30 partidos consecutivos sin
conocer la derrota. Hasta que bajo la lluvia de Berna y tras empezar encajando
dos goles en los primeros diez minutos de partido comenzó a forjarse la leyenda
de Alemania al terminar venciendo el partido y alzarse con la copa.
Veinte años después el milagro alemán se repetiría en Munich
en el mundial del que era anfitriona al derrotar a la “naranja mecánica”
comandada por Cruyff y Neeskens después de comenzar perdiendo al encajar un gol
de penalti cometido sobre Johan Cruyff, en una jugada que representa el origen
del modelo de fútbol moderno basado en la posesión y el pase, quien en los
mejores dos minutos iniciales de la historia del fútbol se internaba en el área
y era derribado por el delantero Uri Hoennes. La selección alemana se mantuvo
el partido gracias al que es el representante máximo del su fútbol, Franz
Beckenbauer, consiguiendo remontar el partido y terminar venciendo por 3 goles
a 1.
En el 90 Alemania volvería a proclamarse campeona en Italia
tras derrotar a la Argentina de Maradona en la final del que es considerado
como el peor mundial hasta la fecha y una final que no dejó nada para el
recuerdo excepto las lágrimas del astro argentino en el Estadio Olímpico de
Roma. Lottar Matthaüs salió coronado como el mejor jugador del torneo tomando
el relevo de jugador icónico del futbolista germano del que fue su entrenador
durante ese torneo: Beckenbauer. Alemania seguía forjando su fama en su
capacidad para conseguir resultados sin que nadie se cuestionase la forma en la
que se conseguían. Había conseguido proclamarse de nuevo campeona apenas unos
meses después de la caída del muro de Berlín un suceso que cambiaría para
siempre el panorama político y económico europeo y mundial.
La respuesta del pueblo alemán a su nueva situación, aún
hoy, resulta admirable. En vez de quedarse anquilosados en los reproches, la
vergüenza y la culpa por las aberraciones sufridas durante la segunda mitad del
siglo XX se optó por construirse desde un optimismo centrado en la construcción
de una sociedad cosmopolita que permitiera las nuevas generaciones ser dueñas
de su futuro sin sentirse presas del pasado. Parte de esa nueva mentalidad se
reflejó en los terrenos de juego ingleses en la Eurocopa del 96 en Inglaterra
de la que salieron campeones con el gol de plata de Bierhoff y la omnipresencia
de Matthias Sammer. El pelirrojo central alemán era un ejemplo de la nueva
mentalidad de mirar hacia el futuro disfrutando del presente. Antes de la caída
del muro, Sammer, jugador de la Alemania Oriental viajó a la zona occidental
para fichar por el Stuttgart, sin saber que estaba siendo investigado por la
STASI, que impidió que la operación se concretase. Un año después, tras los acontecimientos de Berlín, Matthias se
enfundaba la elástica del Stuttgart en una acto de integración de lo que debía
ser la nueva Alemania unificada.
Con la llegada del nuevo milenio el fútbol alemán se vió
sacudido por una serie de resultados nefastos tanto la Eurocopa del 2000 como
la de 2004 en las que fueron incapaces de superar la primera fase, aunque entre
medias alcanzaron la final del Mundial 2002. Estos fracasos y el mal juego de
una selección que pedía a voces un relevo generacional impulsó el cambio de
modelo. Alemania debía, en dos años, pasar del fracaso en Portugal a una
actuación loable en su Mundial. El cambio se había iniciado unos años antes,
con el ridículo en la Euro de Bélgica y Holanda. En ese momento, la Federación
Alemana de Fútbol planifico una reestructuración de su concepto de formación y
crecimiento basado en los modelos de
cantera de las escuelas holandesas, francesas y españolas, obligó a los clubes
de fútbol a poseer centros de rendimiento plagados de profesores y entrenadores
que contribuyeran a mejorar el fútbol alemán convirtiendo en elementos de valor
la técnica y la táctica. Los clubes que no impulsaran estas medidas serían
sancionados con la imposibilidad de jugar tanto en Primera como en Segunda
División. Esta nueva perpectiva, sumada a la gran inversión económica en
infraestructuras y estadios, contribuyó al resurgir económico de una Alemania que
atravesaba una situación de colapso de su industria y, por ende, de su economía. Se calcula que, desde el período de
2000 a 2006 el fútbol alemán contribuyó con más de 3.000 millones de euros de
inversión a reforzar la economía nacional.
El momento de comprobar la eficacia del nuevo modelo sería
el verano de 2006. Jürgen Klinsmann fue el encargado de liderar el proyecto y
llevar a cabo la ruptura con el modelo anterior. Klinsmann debía ser capaz de
trasladar al terreno de juego lo que el ciudadano alemán ya había aplicado en su
día a día: el respeto y la valoración de la diversidad, en definitiva, un
proceso de apertura enriquecedor. El seleccionador abrió el fútbol alemán a las
nuevas fuentes que pujaban por mostrarse. Dar cabida a la imaginación, a la
improvisación, a la espontaneidad y dejar apartado un modo de vida centrado en
el rigor y la supremacía. Los alemanes querían mostrarle al mundo que seguían
siendo los mismos pero que ya eran otros. Tenían el deseo de mostrar que
continuaban siendo fiables y eficaces pero a través de una nueva concepción de
la modernidad que representaban sus jóvenes. Alemania quería mostrar que se
había enriquecido y que consideraba como miembros de pleno derecho a sus
jóvenes y a la los inmigrados y sus
descendientes. La selección se pobló entonces de futbolistas de menos de 25 años
y, por primera vez, dando cabida a la interculturalidad con jugadores como
Asamoah, Podolski y Odonkor. La selección alcanzó el tercer puesto con un
fútbol vistoso, dinámico y atractivo. Alemania se echaba a las calles tras cada
partido y su entrenador era visto como el propulsor del cambio. Su renuncia al
cargo tras el campeonato supuso un mazazo para los aficionados pero la semilla
ya estaba sembrada.
Alemania es hoy junto a España, la mejor selección del
mundo. Su valentía a la hora de apostar por jóvenes talentos y su fútbol
económicamente saneado le ha convertido en un destino atractivo para los
futbolistas de mayor nivel. Alemania ha pasado a ser un país importador de
futbolistas de primer nivel. Acuciados como estamos en España por una crisis
que parece no tener fin, una buena manera de poder salir de ella es exportar
aquello que nosotros hacemos bien: jugar al fútbol El camino lo abrió Raúl hace
unos años, lo han continuado Escudero, Carvajal o Domínguez. La llegada de
Guardiola a Munich supone una puesta en valor de nuestro producto nacional.
Aprovechemos la oportunidad para exportar y utilizar el fútbol como un recurso
de dinamización de la economía como ya hicieran en Alemania hace una década.
Sigamos exportando nuestro fútbol a Inglaterra, Alemania, Grecia, Rusia, Israel…
Internacionalicemos nuestro fútbol, nuestra economía lo agradecerá.
FUENTES CONSULTADAS
AXEL TORRES “11 viajes
de un periodista deportivo” Editorial Contra. 2013
TIM HARDFORD “El economista camuflado” Temas de Hoy. 2007.
“El fútbol alemán ya no es un Pánzer” El País (26/04/2013)
Internacionalización de Empresas y Globalización: Desarrollo y Crecimiento de la Economía en Alemania gracias al Fútbol
Reviewed by Ignacio Bellido
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13:25
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El problema que yo le veo al fútbol español es que ha endeudado más de la cuenta. Muchas veces en fichajes muy caros (e inflados para lucrarse ilícitamente)e injustificados. De hecho, desde Bruselas quieren sancionar a España por competencia desleal y los equipos de fútbol. No entienden y con razón que puedan acumular deudas millonarias con hacienda y que el Estado le condone deudas. Y, a pesar de eso sigan acumulándolas. Eso sí el modelo de la masía del FC Barcelona es completamente exportable.
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