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Normas Sociales y Normas Mercantiles: La Nueva Regulación de la Convivencia


Recién anunciada una nueva subida del IVA, un nuevo recorte en el salario de los funcionarios públicos con la supresión de la paga de Navidad, reducción el número de empleados públicos al servicio de las administraciones locales, reducción de la cuantía en las prestaciones por desempleo… Medidas todas ellas, que me recuerdan a las ya emprendidas por países como Grecia o Portugal como requisitos para activar el plan de ayuda y rescate emprendido por la Unión Europea. Seguiremos negando la evidencia, costumbre muy española, como negamos la crisis, el dopaje en el deporte español, el descalabro del sistema financiero…


La apropiado o justo de los recortes queda sujeto a la valoración individual del lector. Valoración determinada por el entorno social y cultural de procedencia al que ya hice referencia en un post anterior: Culturay Equidad: Lo Justo de los Recortes. Hoy, trataremos de ver cómo con la adopción continuada de reformas y cambios de proceder que los dirigentes políticos imponen  a los ciudadanos, intentan que éstos, dejen de lado de guiar y orientar su convivencia en base a normas sociales (muy propia de las culturas mediterráneas), comenzado a regular las relaciones interpersonales e intergrupales alrededor de normas de carácter mercantil.

Durante los últimos cuatro años, nuestros dirigentes políticos, ya sean locales, regionales o nacionales, presentes o pasados, han demostrado una manera de proceder claramente individualista. Negando la necesidad de ayuda y rechazando propuestas de colaboración en pos de cimentar un proyecto común, ya que consideran que aceptando ayuda se pierde autonomía. Modo de pensar que puesto ante un espejo nos pone en este escenario: me niego a aceptar la ayuda o la petición de colaboración del que tengo al lado porque pierdo autonomía, sin embargo acepto la ayuda de otro más lejano ya que creo conservarla porque no debo lidiar con su presencia física que recuerda la pérdida de independencia. Sin embargo, las medidas que hoy saltan a la palestra hablan de todo lo contrario. La independencia y libertad de actuación de los directores de la sociedad queda, una vez más, en entredicho.

Se apela a la necesidad de las medidas para garantizar los servicios públicos. Se dice, rijámonos por las normas del mercado para garantizar la supervivencia de las normas sociales de convivencia que han definido e identificado a nuestra sociedad. Ajustando el gasto se podrán prever y establecer con precisión los beneficios, los intercambios estarán perfectamente definidos, se llevarán a cabo con puntualidad los pagos acordados, etc. Estas explicaciones son lanzadas y difundidas a diario a fin de que la población vaya aceptando, asumiendo y justificando su rol de destinatario y sufridor de las nuevas maneras de orientar su entorno laboral y de consumo. En resumen, se nos advierte de que cada uno obtendrá lo que sea capaz de pagar.

Esta reversión hacia la aplicación de normas de mercado para regular la convivencia, se ha hecho desde la mención a pautas sociales de convivencia. Se requiere de los ciudadanos que hagan renuncias en el presente a fin de conseguir un beneficio en el futuro del tipo: ayúdame hoy en la mudanza y yo te ayudaré en la tuya. Lo que enmascara el hecho de que comenzaremos a regir nuestras pautas de interrelación por normas mercantiles en vez de por normas sociales, es que, en caso de alcanzar el nivel de crecimiento y desarrollo pretendido, no será posible volver a regir la convivencia en base a las normas sociales, sino que se perpetuarán las de carácter mercantil. Es éste equilibrio entre intercambios sociales y mercantiles el que poco a poco, se está resquebrajando, ya que pedirle a nuestro vecino, un médico, que nos riegue las plantas mientras estamos de vacaciones está bien. Pedirle que nos atienda y cure la fractura que nos hemos hecho durante las vacaciones apelando a que somos nosotros quienes con nuestros impuestos pagamos su salario que, además, se está viendo continuamente ajustado, está mal. Son estas situaciones las que rompen el equilibrio y que lastran el proceso de recuperación.

Junto a la interferencia entre normas sociales y mercantiles, otro factor que nos impide levantar cabeza es permanecer instalados en una perspectiva temporal basada en el presente. Centrada en la obtención de beneficios a corto plazo: situación que nos condujo a la situación actual y que nos impide salir de ella. Si no se cambia por una perspectiva temporal orientada al futuro, nos esperan más y más medidas de reajuste, ya la comunidad iroquesa nos mostró una manera de gestión económica centrada en la conseguir una situación de equilibrio. Este modelo de gestión se centraba en que las decisiones de explotación de recursos en el presente tenían que tomarse teniendo presente a la sexta generación, es decir, la gestión de recursos de hoy se hace teniendo en cuenta los recursos que quedarán disponibles a los nietos de mi nieto.

Normas Sociales y Normas Mercantiles: La Nueva Regulación de la Convivencia Reviewed by Ignacio Bellido on 12:29 Rating: 5

1 comentario:

  1. Muy interesante tu idea sobre el cambio de paradigma que está operándose: sustitución de normas sociales por mercantiles. Por lo visto y, desgraciadamente, según demuestran ciertos experimentos una vez que las normas sociales (tan arraigadas como tú muy bien dices en la cultura mediterránea) son sustituidas por las mercantiles, el proceso es irreversible. Ya no podrán volver de nuevo las normas sociales. Si a la suegra después de invitarte a comer de una manera expléndida le quieres dar las gracias pagándole la comida como si fuera un restaurante, estás intentando cambiar normas sociales por mercantiles con consecuencias desastrosas. Parece que esta nueva forma de regulación de la convivencia no es buena.

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